Ámbitos laborales inciertos y competitivos, demandas familiares incompatibles con agendas repletas, entornos tóxicos o negativos,… una sociedad actual que muchas veces nos lleva a tener como compañero de viaje al estrés, traduciéndose todo ello en ansiedad, miedos, e incluso depresión.
Estados de ánimo negativos que cada vez más aparecen incluso en personas que “no creían en ello”. Trastornos psicológicos, muchas veces incomprendidos y que se intentan solucionar por la vía rápida, con tratamiento farmacológico. Problemas que actualmente provocan un alto porcentaje de bajas laborales, que unido al gasto farmacéutico, se traduce en datos negativos para la economía de la sociedad actual y del mundo empresarial.
Ante esto, tenemos que saber que cada vez hay más evidencias de que todos estos trastornos se pueden y se deben tratar con terapia psicológica, intervenciones más efectivas que enseñan al paciente a reestructurar su cerebro de manera que no solo aprende a modificar los pensamientos trabajando directamente sobre ellos, sino que además sabemos que esta intervención genera cambios reales en la estructura y funcionamiento de nuestro cerebro.
Esto es lo que llamamos NEUROPLASTICIDAD, la capacidad que tiene nuestro cerebro de modificarse a sí mismo, creando nuevos circuitos más positivos, activando áreas encargadas de proporcionarnos emociones positivas, que nos lleva a sentirnos más felices.
El control de las emociones negativas nos permite evitar el malestar psíquico que sentimos al experimentar ansiedad, inquietud, miedo, tristeza,…todo ello provocado en muchas ocasiones por causas irreales (pensamientos negativos sin evidencias) y en otras por no saber afrontar situaciones o circunstancias vividas, que gracias a la intervención psicológica, gracias a la terapia, podemos detectar, modificar o asumir de manera positiva.
El objetivo de este tipo de terapias es tratar la causa, el origen y no solo los síntomas.
